Ya no hay excusas.

Se terminó el segundo proceso. Ese mismo que nadie pidió después del rechazo del primer intento de modificación de la Constitución General de La República. Nuevamente fue rechazado el cambio, y si bien algunos celebraron, recien se están dando cuenta que 4 años de incertidumbre, que comenzaron con una tonta y desorganizada insurrección en 2019, al final no cambio nada. Y eso esta bien.

Pareciera que nadie entiende lo que es una Constitución y como suele suceder en nuestro analfabeto políticamente país, aun no lo entienden. De la gente como uno es comprensible: la vida ya nos pone muchos desafíos como para estar pendientes de temas que, si bien son importantes, no son en lo absoluto esenciales. Solo era una pataleta de un grupo de ñuñoístas o izquierdistas caviar, cuyos padres aun están traumados por la derrota ideológica y todo lo que conllevó ese año 1973. Sin embargo, poco a poco, mucha gente se dio cuenta que si bien, no son justificables los hechos acaecidos con posterioridad a ese día 11 de septiembre, tuvieron una causa que los desencadenó y no fue culpa de nadie mas que de esa misma gente.

Por otro lado, la misma izquierda caviar con sus intelectuales, ha empezado a aceptar que el pueblo no está de su lado. Si, tienen seguidores como cualquier coalición, pero al resto le chupa un huevo. Entienden que la Constitución que tanto querían cambiar, para coronar la supuesta revancha victoriosa, no solo fue ratificada una, si no 2 veces. Quiéranlo o no, los ciudadanos de este país, acaban de mandatar a los que dirigen los destinos de la nación: encargarse de los reales problemas, como la crisis de seguridad, inflación, pérdida de empleo y aumento de la pobreza que tanto costó erradicar.

Ya no hay tiempo para revanchas sin sentido, ni experimentos ni ninguna pequeñez ñuñoísta. Si este mandatario quiere dejar algo bueno, que cambie el foco y gobierne. La actual constitución se lo permite, con todo y reformas que ha tenido desde 1989 para acá. Ya no hay excusas.