JJ.OO: Zeus no quiere nada con Chile.

Ya es un clásico. Cada participación chilena en el evento más importante del deporte, es más amarga que la anterior. Atrás quedó la década del 2000, donde al menos, unas medallitas se alcanzaron, siendo la última, en tenis donde Fernando González, en las postrimerías de su carrera, alcanzaría la plata. De ahí en más, hemos vuelto a ser meros espectadores.

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Mito Pereira estuvo entre los 4 mejores. A el si, profundo respeto al ser su primera participación. Se notaba que quería ganar.

Podemos buscar mil excusas: falta de financiamiento, poco interés en deportes que no sea el fútbol, o la vieja confiable, culpar al gobierno de turno, siendo que esto trasciende más allá. Hay cosas que si son reales, como la corrupción en las dirigencias. Basta recordar el caso de la familia Castro, quienes controlaron la gimnasia en Chile y donde beneficiaban a sus familiares. Simona Castro, hija de estos nefastos, aun busca «ganar experiencia» en cada participación. Sin contar el festival de frases para la galería y excusas varias. Más parecía que iban de tour que ha competir (lo bueno de los japos, es que una vez terminada la participación, nada de turismo. Pescas tus pilchas y te ibas). Las únicas participaciones dignas de destacar para mí, ha sido la de los Grimalt en Volley, pero más allá, la de Mito Pereira en el golf y Yasmani Acosta, cubano nacionalizado chileno, en lucha grecorromana. Y lo destaco, porque el si fue a competir y no a pasear. Quedó picado, no por perder la presea de bronce. De haberla ganado, habría quedado igual de quemado, ya que el tenía la intención del oro. Eso, mi gente, se llama espíritu de competición. 

Si hay algo de lo que no se pueden quejar ahora, es de la falta de financiamiento, tan común en el pasado, pero aún así, al menos hasta Seúl 88, se traían medallas en deportes, que acá no son masivos. Los últimos logros fueron en fútbol (bronce en 2000) y tenis (doble oro en Atenas, además del bronce y plata en Beijing). Lo no tan curioso del caso, es que estos deportes son profesionales. En el caso de Massú y González, llevaban años desempeñándose a gran nivel en el ATP Tour -aunque esta tendencia, comenzó con el Dream Team de basquet de EEUU, quienes para recuperar la gloria perdida en 1988, llevó a lo mejor de lo mejor en este deporte-, por lo que sus posibilidades eran mucho mayores. Y ahí está la madre del cordero: para ser profesional, se requiere disciplina, constancia y espíritu de superación. Son a los que realmente aplaudo porque al menos, tenían en mente la medalla y no el conformismo de siempre. 

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Nicolás Massú y Tomás González, medallistas de oro en dobles de Atenas 2004. Individualmente el «Vampiro», obtuvo oro y bronce para «Mano de Piedra» en singles. González, en 2008, ganaría medalla de plata. Ambos profesionales y con amplia experiencia en el ATP Tour, las excepciones a la regla (sumando al sub-23 de fútbol de Sidney 2000)

Ahora bien ¿Falta de recursos? para nada. Chile invirtió la friolera de 198 millones de dólares en el Team Chile, que llegó con las manos vacías y sin siquiera poder turistear por la futurista Tokio. Obviando a Brasil, varios países invirtieron menos de la mitad. Ecuador solo 13 millones (mas de diez veces menos) y al menos tiene 2 oros y una plata, así que no hay excusa. ¿Corrupción? Si, y mucha, aunque mas controlada que en la época de chile recortes, donde hasta el jardinero del dirigente se iba de tour y la plata no llegaba al deporte. Existe el Centro de Alto Rendimiento, ahora mejorado. Hay más apoyo a deportistas e incluso, hubieron intenciones de sacar adelante a mucha gente a través de él. ¿Qué pasó entonces?

Dos problemas se presenta. El primero sin discusión, es la idiosincracia. La mentalidad del ciudadano de a pie, siempre ha sido derrotista. Una de las grandes mentiras que escuché de niño, y en boca de profesores, era que «lo importante no es ganar, si no participar y hacer amigos». Eso puede ser en actividades lúdicas o en pichangas de barrio, pero en la alta competencia. Y eso en todo ámbito. Incluso en la vida personal, uno debe pensar siempre en ser el mejor y no quedarse con «lo que hay». Muchos si hubiéramos pensado así, no habríamos logrado llegar mas allá de lo que esperan algunos en la vida. La competencia es ley de vida y si no asumes eso, entonces nunca podrás llegar a tu máximo potencial o siquiera saber de que eras capaz. Recuerdo que un jugador argentino de fútbol, en los 90, nos dijo la verdad en la cara, refiriéndose a sus colegas: 

«El jugador chileno es bueno, pero se conforma con poco. El auto, la casa, la esposa y asegurar su vida, pero no más.»

Lo otro es la envidia hacia que le va bien, e incluso, al que le tocó una vida mucho mas agradable. Siempre tirar para abajo al que esta encima de uno. O eres mediocre o no eres aceptado en el piño. Eso para mí es lo más malo de nuestro país, por eso los programas de farándula, pegaron tanto: esperando ver caer, al artista o celebridad y como sucede ahora con esa oda al retardo llamado tuiter, sentirse mejores que ellos, aunque sea en lo «moral», ignorando que con esa actitud, son peor que a quienes denosta. En palabras simples, «el ladrón detrás del juez». 

En fin, para no alargar más este post, pondré énfasis en lo último que es suma de todo lo anterior: la falta de cultura, especialmente deportiva. Y esto es transversal, desde el deseo de lo inmediato del ciudadano, y la pesada e insulsa burocracia estatal. Si a eso sumamos el conformismo -a tal punto que hoy se ha normalizado la violencia y las pataletas para «conseguir algo»-, pues no esperen que de aquí a los siguientes juegos, se gane algo. O incluso más allá. Hay que entender que inversión, es más que recursos y tiempo. Es dedicación, disciplina y esfuerzo. Puede que quizás no logres las metas, pero llorarás la derrota y te servirá para ser mejor cada día. Así se forman campeones, tanto en deporte, como en la vida. Lamentablemente con la generación de la soya, que se ofende por todo, ni en 100 años, se logrará algo. 

Por último, recordar las palabras de un hombre sabio: Chile es un país sufrido y donde siempre hemos tenido que soportar catástrofes y desgracias que en otros lados, tiran abajo una nación. Y aquí estamos. Quizás si volvemos a recordar nuestro ser y los valores y principios que nos han forjado, podríamos apuntar a grandes cosas, mas allá de «participar y hacer amigos». Eso déjenselo a los abajistas, periodistas y sociólogos que, por sentirse especiales, te tratan de bajar la moral. Eso.

 

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