Fracaso

2017 ya se ha ido y comienzo un nuevo año. El año pasado fue de dulce y agraz. Bien porque logré cerrar ciclos importantes en mi vida personal pero también tuve momentos tristes donde realmente no sabía que hacer o decir. Tuve dos trabajos, de los cuáles fui despedido. Sea la razón que sea, la verdad es que uno siente, en su interior que ha fallado. Y si, en uno de ellos puedo decir que fallé, porque no cumplí las expectativas. Eso te deja pensando y para peor, dudando de si realmente eres bueno en lo que haces o no. Así me he sentido últimamente. Sé que hay mucho que aprender a un. La profesión que elegí no es fácil y claramente, progresar en ella, cuesta estando en una zona donde no valoran o no saben qué es exactamente un desarrollador de software. Si he logrado terminar un desarrollo importante que me va a servir de plataforma para saltar al mercado y “hacerme un nombre”. A eso, también he recurrido a tarjetas de presentación, las cuáles no me han dado resultado (siguen creyendo que un informático, prácticamente, debe saber de todo, hasta reponer la luz), como tampoco las bolsas de empleo online que existen.

Ciertamente, el pensamiento que me surge es si realmente, he fracasado o no. Dudas que de verdad tengo, a pesar de que aprendo rápido cosas nuevas. Me he movido de un lado para otro, buscando fortuna y aun así no ha resultado. Ahora, viéndolo objetivamente, ha sido un traspié fallar quizás en mi primera prueba de fuego. Mi segundo trabajo, no tuvo nada que ver con mis capacidades, aun así, lo aprendí bien. Sin embargo, no encajaba en el perfil y no me renovaron. De ahí en más solo he dado pequeños trabajos, que no son suficientes. ¿Podrías llamarlo fracaso?

La verdad, a pesar de que de pronto se puede ver así, no lo es en absoluto. Hace más de una década, me sentía peor que ahora. No tenía oportunidades por errores propios y porque el entorno en el que crecí, no era el mejor. Sin embargo, tuve que hacerme la idea de que, si quería algo, debía trabajar por ello. Hay gente a la que todo se le da más fácil, los que son una minoría. Otros toman mejores decisiones que las que tomé en algún momento. Sin embargo, tirarse al suelo en posición fetal y llorar por lo que no tienes o eres en ese momento, no te ayuda en nada. Solo te detiene. Sé bien, que este es un período difícil. Que no vivo en un lugar donde las oportunidades sobren y donde, si no tienes cuña o un contacto valioso, es poco lo que puedes hacer. Pero tirarme al suelo no sirve. Tampoco pensar que fracasé. Caerse y levantarse, es virtud.

Ya es momento de dejar de esperar y buscar rumbos nuevos. No hay temor. No hay fracaso.