El fin de una era: Gracias Undertaker.

El domingo, se acabó una era. Otro retiro que, en mi persona, resulta doloroso, pero que se sabía que sucedería. Desde que Ronaldo, se retiró del fútbol en 2011, que no sentía algo como la pena y el vacío. Se que suena sentimental, pero uno no es de piedra y se da cuenta que las cosas que en tu infancia y adolescencia, te hacía vibrar, hoy dejan de existir. Eso ocurrió el pasado 2 de Abril, con el retiro de The Undertaker, de quien ya he hablado al menos en un par de posteos. Sin embargo aquí no me referiré a lo que ha sido su extensa carrera. Esto es más bien, una nota de despedida a quien, en más de una ocasión, nos hizo vivir momentos en este deporte-entretenimiento que es el wrestling.

Cierto es que el tiempo no perdona a nadie, ni siquiera a quienes representan lo eterno en las historias y cuentos. The Undertaker, el personaje, que empezó representando a la muerte, se terminó convirtiendo en alguien que iba mas allá de ella. Cuando Mark Callaway, empezó a interpretarlo, muchos no le daban mas de un par de años cuando mucho. Aun así terminó traspasando eras, como una constante. Independiente de cuando empiezas a ver o disfrutar del producto de WWE, Undertaker siempre estaba ahí. Nació casi junto con la globalización, en noviembre de 1990, cuando el wrestling daba pasos firmes a convertirse en más que shows de gimnasios y salones de bingo, a ser un espectáculo mucho más grande.

Para muchos quizás no era el más dotado. Su llegada fue fruto de la casualidad. Su racha en el evento grande, también -pudo terminar el año siguiente, pero un cambio de planes y de rival, lo llevó a pasar de enfrentarse de un Ultimate Warrior a Snake Roberts-. A eso también, se venía un cambio de era: uno que pasaba de los personajes tipo héroes y villanos de cómic a otros que se veían más realista y con personalidades ambiguas ¿Qué podía hacer uno que oficiaba de sepulturero tipo lejano oeste? Reinventarse. Y vaya que lo hizo: pasó a convertirse en un príncipe de la oscuridad; luego derivó a una especie de sacerdote oscuro y satánico. Su etapa más polémica (para muestra un botón), pero que en plena era de la actitud, donde lo políticamente incorrecto era la moda, el siguió siendo el mismo personaje. La misma persona, aunque de forma diferente.

Muchas veces tuvo que dejar de lado su labor como The Undertaker: uno al verlo, nunca asumía que era humano. Una carrera de más de 30 años, supone muchas lesiones y el las tiene en todo su cuerpo. Aun así, cuando no estaba, siempre se añoraba su regreso y lo hacía de forma impactante. Ya fuera de sorpresa como en 2000, o con una historia de muerte y resurrección como en 2004, siempre tenía ese toque que dejaba a todos boquiabiertos. A pesar de saber que todo era ficticio, te atrapaba en la fantasía. Te hacía creer en historias y zambullirte en la magia, al igual que un niño.

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Legado.

Pero todo acaba, hasta una historia que parece que no tener fin. Un ser que parece inmortal, termina su intérprete mostrando su humanidad. Su última lucha, no fue la mejor. Se notaba que no era el de antes, pero aun así, uno creía que ganaría y que seguiría viviendo. Es parte del juego y los sueños. La realidad es dura y mientras el tiempo avanza, la pista se pone pesada. Por eso es de agradecer lo que en 3 décadas dejó. Muchas veces lesionado, infiltrándose, salía al cuadrilátero a crear momentos y emociones, muchas veces alejado de los suyos. Era su trabajo, pero se volvió su arte. Llegó por casualidad, después de ver truncada, su oportunidad en el deporte de su vida, el basketball, para convertirse en lo que entonces era una mera exhibición de historias de fin de semana en antros pequeños.

En cierto modo, desde que WWE empezó poco a poco a convertirse en una marca nacional y mundial y popularizar el wrestling mas allá de esos pequeños locales mencionados, Undertaker fue un pilar. Quizás el mas ignorado de todos en principio, pero que ahora, cuando decide por fin colgar las botas, uno se da cuenta de lo importante que fue en todo momento. Fue uno de los obreros de lo que hoy es la compañía de entretenimiento deportivo mas grande del orbe. Ahora el turno el toca a otros.

Se acabó una era. Queda un legado de sueños. El artista deja el escenario a los que vienen a tomar su lugar. El obrero terminó su obra, que los que le suceden, deberán mantener y hacer crecer.

Adiós Taker.  Y muchas gracias.

(Dejo este tema de Johnny Cash, un clásico que fue usado para una de sus entradas en Wrestlemania)

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