Ok. Llevo tiempo sin publicar nada. No voy a ahondar en eso, si no en todas las vueltas que le di a este post en más de una ocasión, sobre todo ahora que ya se confirmó el regreso, aunque por un solo combate, de Bill Goldberg. «Da Man». El ícono de la extinta WCW. Un luchador, que quizás no era el mejor técnicamente pero tenía muchas virtudes para convertirse, aun cuando su carrera fue corta, en toda una leyenda. Después del salto, mis impresiones.
Para empezar, nunca fue uno de mis favoritos, en especial porque cuando lo conocí, WCW, venía en picada y lo único que daban en TV en 1999 era WWF (hoy WWE) donde hacían trizas con sus comentarios a la competencia -lo triste es que me después confirmé lo mal que andaba, cuando en la semana transmitían Nitro-. Muchos decían que Goldberg había nacido como un intento desesperado de competir contra la sensación de la competencia entonces: Stone Cold Steve Austin. Muchos incluso, lo considerábamos un clon, por más que ambos fueran de estilos distintos. Sin embargo y a pesar de que su debut fue en 1997, cuando WCW empezó a bajar su calidad, después del fallido final del feudo Sting-NWO, él se hizo notar. En su primera lucha no se sabía quien era. De hecho fue presentado como suelen presentar a los jobber (ya en el ring y después de la entrada de la estrella consagrada). Su estatura, físico imponente, no dejaban dudas de que sería más grande que cualquiera de los que había pasado por ahí (solo debajo de Ric Flair y Sting). Fue el único luchador exitoso que salió del Power Plant de la compañía de Ted Turner -símil al WWE Performance Center o los antiguos territorios de desarrollo-.

Su primera victoria de TV fue contra Hugh Morrus y de ahí una racha impresionante de éstas. Cierto, la mayoría eran «squash» (luchas en que uno de los contendientes domina al otro sin que este pueda hacerle competencia) hasta que obtuvo el título de USA e inmediatamente fue en persecución del título mundial, que poseía Hogan. Este -dentro del feudo- trataba por todos los medios de rehuír el combate, el cual se realizó el 6 de Julio de 1998 en Nitro (la verdad es que fue realizado en el PPV anterior, pero como necesitaban que Nitro repuntara en ratings, la grabación del combate fue el main event). De ahí se mantuvo sólido en la cima hasta el infame Starrcade de ese año donde sería derrotado por Kevin Nash con interferencia de Scott Hall. Con esto no solo perdió el título, si no que toda el aura de superhombre se caía. Goldberg fue un personaje excelentemente construido. Lo tenía todo, en especial poder físico real. Un tipo capaz de levantar los 250 kilos de peso de alguien como The Giant -en WWE, Big Show-, era algo que no se veía todos los días. Le daba credibilidad aunque sus movimientos fueran escasos. Su racha de 173 victorias, acuño su famosa frase «Who is Next?» (¿Quien sigue?) y su finisher era devastador y tremendamente técnico (suplex derivado en powerslam incluso con sujetos mas pesados que el). WCW, al igual que el año anterior habían arruinado el final de un feudo colosal como el Sting vs NWO original, destrozaron este. De ahí en más, si bien siguió siendo relevante, ya no era lo mismo visto anteriormente. Ni siquiera su turn heel -cambio al bando de los villanos-, sirvió un poco para volver a subirlo. Además a finales del 2000, se lesionó lo que tendría que esperar para su regreso pactado para mediados de 2001, que no llegó a concretarse por la venta de WCW por parte de Time Warner a Vince McMahon, en una suma irrisoria.
Finalizado su contrato con la compañía de TV, regresó a la lucha en Japón, en la promoción AJPW, hasta que en 2003 firmo por un año en WWE. Su debut sería derrotando a The Rock, que venía haciendo su último feudo, despues de derrota a Hogan por segunda vez y retirar a Austin (una lamentable coincidencia, ya que justo cuando el rival de ensueño llega, Stone Cold, tuvo que dejar la lucha libre, por sus ya crónicas lesiones al cuello). De ahí en más una nueva racha de victorias hasta enfrentarse a Triple H, siendo uno más de los 6 luchadores de la cámara de Eliminación. No ganaría el título hasta Unforgiven al derrotar a The Game y mantenerlo hasta Armaggedon, donde en una triple amenaza que incluía a Kane, perdería nuevamente ante HHH. De ahí en más se tomo vacaciones hasta su regreso en Royal Rumble donde comenzaría su feudo con otra bestia: Brock Lesnar. Un feudo que pudo dar mucho de si, pero que fue abucheado por el público y se convirtió en una lucha sosa y sin brillo. Días antes se supo que ambos habían terminado contrato y que no seguían, lo que causó que la gente presente solo abucheara e insultara. Así salía Bill por la puerta de atrás y daba por concluida su carrera profesional en la lucha libre… hasta ahora.

El mes pasado después del evento de RAW Clash of Champions, «Da Man» hacía su regreso después de meses (e incluso años) de especulaciones. Semanas antes Brock Lesnar había lanzado un desafío: volver a enfrentarse después de 12 años de Wrestlemania XX. Y el hombre hacía su regreso. A pesar de que mi esperanza de un combate épico me lo tomo con cautela -de hecho en facebook, había dicho mas de una vez que sería un bodrio-, el entusiasmo ha sido enorme. Goldberg siempre tuvo ese algo que muchos luchadores consagrados, incluso hoy, no tienen. Quizás sea su entrada, caminando desde los vestidores, bajo esa música que evoca a la llegada del héroe esperado, algo que con tanto ahínco intentaron con John Cena, con relativo éxito pero que ni de lejos se asemeja. Caminando a través de fuegos artificiales, exhalando humo o bien simplemente su presencia hicieron que el estadio se cayera y el respetable se postrara a sus pies como en esos lejanos 90 donde era ídolo de multitudes, a pesar de que su carrera no abarcó más de 6 años en activo. Lanzó una promo, donde aceptaba el desafío, diciendo que deseaba volver a ser ese super héroe para los niños -y no tan niños- y que tenía «quizás» un último Jack Hammer (su finisher) en él, finalizando con un «You’re Last», dejando claro que será su última batalla. Cuando vi todo eso (su caminata al ring por los bastidores, donde la nueva generación de luchadores, le aplaudía, su entrada al ring y lo que dijo en él), debo reconocer que se me erizó la piel. Tiene 50 años ya, lejos de sus mejores tiempos. 12 años sin subirse a un ring y su rival es alguien que ha estado en activo incluso en MMA, por lo que la diferencia es amplia. Sin embargo, esto es un show, donde todo puede pasar, dependerá de como lleven el feudo y como se de el combate. Goldberg no tuvo el mejor final para su corta pero brillante carrera, pero 12 años después y en presencia de su hijo, quiere dar lo mejor de si y cerrar, quien sabe definitivamente, todo su legado.
En fin ya esta aquí. Lo puedes amar u odiar. Ser tu favorito o considerarlo un bulto, pero a diferencia de muchas otras superestrellas del wrestling, no deja a nadie indiferente por más que pase una década completa sin aparecer. Es «Da Man». El ícono. Y ahora, en definitva, el mito: el mito de Bill Goldberg.
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